Deporte Balear

Antonio Stinà, vicepresidente del Ibiza, llegará el lunes a la isla lo primero que tiene en su agenda es comunicar a Juanma Mulio y Toni Alba que no siguen al frente del equipo juvenil. La incompatibilidad de caracteres con Onofrio Barone y los repetidos desencuentros entre técnicos pesan más que los resultados y la trayectoria liguera del equipo. Barone es un hombre de Stinà, es el correveydile de Stina. Mulió y Alba, iros un ratito antes de que os echen. Haced un acopio de dignidad e iros, no pongais como disculpa la demagógica justificación de, «por los chavales».

En la isla parece que es vox populi el ceses de los responsables técnicos del equipo juvenil del Ibiza, pero parece que nadie tiene el cuajo de hacerlo tan público como se va a encargar de hacerlo Stinà el lunes.
Así va a ser porque Mulio-Alba han tenido una colección de desencuentros con Onofrio Barone, entrenador del primer equipo, ¿primer equipo?, y Barone ha ido como una mujeruca a decirselo a su jefe y a los caciques estos de medio pelo les encanta que sus lametraserillos les peloteen y le darán el azucarillo Mulio-Alba para verguenza general.
Todo porque Barone está en la certeza, transmitida a Stinà, de que Mulio-Alba entorpecen su trabajo y hacen lo imposible para ponerle zancadillas alineando jugadores para que luego no puedan jugar con el equipo de Barone.
La cúspide del enfrentamiento tuvo lugar en Can Misses el viernes 20 de febrero a la hora de entrenar. Los dos equipos del Ibiza pretendian jugar un partido para preparar sus respectivos compromisos. Mulio le preguntó a Barone si en su alineación iba a estar Lolo, a lo que el italiano respondió que si.
Mulio adujo que si Lolo jugaba, el partido de entrenamiento no se disputaba.
Cada equipo ocupó ua parte del campo y entrenó por libre.
Más que significativo.
Ahora resta ver la actitud de los padres de los jugadores en el momento en que una nueva boutade vuelva a sacudir los cimientos de Can Misses.
Evidentemente, cada uno tenemos lo que nos merecemos, pero el Ibiza no se merece esto, aunque sólo sea por apelar a la excepción que confirma la regla.

Juanjo F. de Oviedo