Deporte Balear

En el primer encuentro en que la Peña Deportiva se veía exigida por uno de los equipos de la parte alta de la tabla, el equipo de Luis Rueda perdió el partido, la imbatibilidad liguera y dejó muestras alarmantes de estar un paso por debajo de los equipos que le preceden en la Liga.

Sabía perectamente qué venía el Binissalem de Tomeu Pons. Presión en la salida del balón del rival y dejar sin balones a sus delanteros. La Peña se encontró sin saber qué hacer, cómo hacerlo o a quien encomendarle la misión de organizar el juego. Sabido es que la Peña adolece de un organizador y sufre esa carencia.
Además, la Peña Deportiva comenzó a romperse, primero Re, luego Bazán y despues sucesivamente Aparicio y Casañ, que acabó siendo sustituido en la segunda parte.
Con Rueda más pendiente de las noticias que le daba Parrita que de las que venían del campo, la Peña no daba muestras de vocación ofensiva. Ni un sólo tiro sobre la meta de Montse, con excepción de una aparición de Raúl Gómez desvanecida.
Y cuando todo parecía que la primera mitad iba a concluir como empezó, un ataque del Binissalem acabó en un espectacular remate de cabeza de Chus Seco que rechazó MoroPaco Oliver sólo tuvo que empujar el balón a la red.
La Peña era un equipo tocado en lo físico, anímico y lo que es peor, en el campo y en la clasificación.
Los mallorquines se encontraron a gusto en la segunda parte pese a cargarse de tarjetas, pese a ver cómo eran los ibicencos los que tomaban la iniciativa y se iba en busca de Montse. Era un dominio consentido, que no con sentido, porque las ocasiones de gol no llegaban, porque los remates no se producían y cuando se intentaban se perdían lejos de los tres palos. Aburrido de estar en el centro del ataque Edu Moral se fue a la banda, cansado de no poder desbordar por banda, Nil lo intentó por dentro…, y el crono corriendo y el marcador cuesta arriba mientras los mallorquines ponían el alma en un puño a los aficionados en cada contragolpe, en cada llegada al área de la Peña. Las ilusiones de la Peña acabaron en un remate de Pablo Ríos a la madera tras rematar un saque de falta de Diego Romero.
Fin a la imbatibilidad del equipo, el liderato de la Liga que se aleja un poco más,una plantilla corta y físicamente mermada y la obligación de mejorar o resignarse a ser un convidado de piedra cada domingo. Nada de lo planificado, soñado, ofertado y previsto hace tres meses.