Deporte Balear

Normandia

La ronda gala da el pistoletazo de salido con una etapa que recorre algunos de los lugares más emblemáticos de Normandía, por donde hace más de setenta años se decidió el devenir del mundo. Partiendo de uno de los puntos turísticos más notables de Europa, como es el Mont Saint Michel, el pelotón recorrerá 188 kilómetros cargados de emociones, para acabar en la Playa de Utah, donde se produjo el desembarco de fuerzas militares estadounidenses.

El mayor despliegue bélico de la historia de la humanidad recorrió el territorio por el que el pelotón ciclista del Tour de Francia luchará por la primera etapa de la ronda gala. Mucho ha llovido desde que el contingente militar de Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá se lanzara a las costas normandas en aras de dar un golpe definitivo al nazimo, pero nadie que recorra este territorio puede evitar un estremecimiento en su cuerpo al recordar lo que aquí acaeció.

La carrera comenzará en el segundo lugar más visitado de toda Francia, solo por detrás de la Torre Eiffel: el Mont Saint Michel. El encanto que desprende esta abadía localizada en una gran roca unida a la costa por un tómbolo, sumergen al visitante en una ola de fantasías y leyendas. Las pronunciadas mareas que caracterizaron esta zona de la costa, hacen que el Mont Saint Michel quede aislado en numerosas ocasiones.

Es un hito cultural y paisajístico venerado por los franceses, y que ha tenido cabida en el Tour de Francia en numerosas ocasiones; la última de ellas en una contrarreloj en 2013. Los realizadores podrán deleitarse con los paisajes únicos que ofrece este lugar inmejorable para dar inicio a la carrera.

Mont Saint Michel

A medida que la etapa avance, un halo de terror, heroísmo y admiración se abrirá paso en el imaginario colectivo, al entrar en algunos de los territorios claves en el devenir de la II Guerra Mundial. Más de dos millones de hombres preparados por sacrificar sus vidas por librar a Europa de las garras de Hitler. La pesadilla se desató en junio de 1944, cuando Alemania aún era fuerte. El desembarco se planteó como la batalla decisiva para poder recuperar la Francia ocupada, y se planteó una intrincada estrategia de invasión. Cinco playas fueron las protagonistas: Sword Beach, Juno Beach, Gold Beach, Omaha Beach y Utah Beach.

En ésta última es donde los ciclistas pondrán pie a tierra tras un esfuerzo titánico que supondrá el inicio del Tour de Francia, al igual que los hicieron cientos de miles de soldados, que haciendo caso omiso al fuego cruzado entre las fuerzas aliadas y nazis, se lanzaron como alma que lleva el diablo hacia las defensas alemanas. El miedo les impulsaba a correr y a batallar como ni ellos mismos pensarían que podían hacerlo.

La etapa finalizará en Utah Beach, donde los aliados desembarcaron para recuperar el Puerto de Cherburgo

Playa de Utah

La playa de Utah tenía un alto valor estratégico para la guerra, al ser el punto más cercano al puerto de Cherburgo, con calado para grandes barcos. El general inglés Bernard Montgomery fue el encargado de dirigir el ataque a una zona muy bien defendida por los alemanes, que tenían establecidas potentes defensas en Montebourg, otra de las localidades que verá pasar a los ciclistas.

Sainte Marie de Mont fue el primer pueblo continental liberado, y se vestirá de gala para recibir al pelotón ciclista

El ataque se produce en la mañana del 6 de junio, aprovechando que la marea baja deja notablemente visibles las defensas alemanas. La península de Cotentin cae en manos de los aliados, y con él Sainte Maríe du Mont, que presume aún hoy en día de haber sido el primer pueblo continental liberado del nazismo. Las gentes salieron a la calle a recibir a los soldados como si de héroes se tratara, y también lo harán con los ciclistas, agradeciendo el homenaje del Tour de Francia al dar visibilidad a una zona cuyas heridas nunca cicatrizarán del todo.

perfil

Serán 188 kilómetros cargados de historia y cultura, en los que las bicicletas se erigirán en el transporte de un sentimiento colectivo de concienciación social sobre lo que implicó la II Guerra Mundial, y la fraternidad emanada entre las grandes potencias europeas. En un tiempo agitado como el actual, en el que parecen haberse perdido algunos de los lazos que unieron a la democracia contra la barbarie, el deporte puede ser la mejor manera de mostrar la identidad territorial de una zona que ha sabido desarrollarse sin olvidar lo acaecido, convirtiendo los vestigios de la masacre en proyectos museísticos de transmisión cultural y educativa.

El Tour de Francia es mucho más que una carrera ciclista, y así lo demuestra con esta etapa impregnada de recuerdos y sentimientos, en la que el resultado no será lo más importante, sino honrar a los que dieron su vida por los valores democráticos.

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