Deporte Balear

A octavos con solvencia

El Mallorca se clasifica para la siguiente ronda al superar con más facilidad de la prevista a un lamentable Málaga con goles de David Navarro y Keita

SEBASTIÀ ADROVER. PALMA. El Mallorca fue el único equipo que quiso ganar anoche y por eso ya está en los octavos de final de la Copa del Rey. Los bermellones hicieron lo justo para apear a un nefasto Málaga en un partido en el que se reflejó que el vestuario se toma muy en serio esta competición (2-0). David Navarro y Keita fueron los goleadores de un encuentro que no pasará a la historia pero que se resolvió con una enorme solvencia. Los isleños fueron de más a menos, pero es que el nivel de exigencia que les puso el Málaga no reclamaba otra cosa. Los 5.802 valientes espectadores que acudieron al Ono Estadi no se equivocaron con su asistencia. Presenciaron más de media hora de buen fútbol de un equipo que no echó de menos a algunos de sus titulares. Porque Scaloni no fue peor que Josemi a nivel defensivo ni en la transición al ataque. Más bien todo lo contrario. Ayoze dejó claro que está preparado para suplir a Corrales. Castro estuvo cerca del gol en numerosas ocasiones y Callejón dio el pase del primer tanto local. En la delantera, Webó y Trejo no pararon de luchar, aunque no pudieron materializar ninguno de sus intentos. Manzano puso en acción a estos jugadores menos habituales para esto, para demostrarle que se merecen un puesto en la Liga. Bien es cierto que el adversario dio todas las facilidades del mundo para que así fuera, aunque sin restar los méritos contraídos por los pupilos del jienense.
Los andaluces parecieron un Segunda B la mayor parte del choque. Como si no quisieran pasar a la siguiente fase. Quizá es mejor que en el bombo copero te toque un rival de tu mismo nivel. Da la impresión que hasta el Real Unión de Irún, que el martes se cargó al Real Madrid, hubiera ofrecido mucha más pelea que los de Antonio Tapia. O no tenían ilusión o es que desde el primer momento se vieron inferiores a los bermellones.
En una jornada en la que el mallorquinismo había estado centrado en la nueva espantada de Paul Davidson para hacerse con la propiedad del club, el equipo hizo los deberes en el terreno de juego. La Copa es un torneo que apetece jugar si se llega a las rondas finales, y al menos los rojillos ya han puesto la primera piedra para volver a hacer ruido. Hace cinco años, con el propio Manzano en el banquillo, la entidad tocó el cielo en Elche con la consecución del título. Y en la campaña pasada, sin ir más lejos, fulminó al Real Madrid en el Bernabéu. La plantilla quiere volver a vivir momentos como esos. El Mallorca demostró desde el pitido inicial sus intenciones. Ya lo dijo Manzano en la rueda de prensa del pasado martes: «Para pasar hay que ganar». No quería ni oir hablar de especular con el empate a cero, que también le daría el billete para los octavos de final. El jienense ni se planteaba jugar con fuego y sus discípulos le captaron el mensaje. Porque saltaron al campo con ganas de morder.
En el minuto 3, Ramis estrelló el balón en el palo con un magistral lanzamiento de falta. Los rojillos se gustaban. Había triangulaciones en el centro del campo, velocidad en las bandas y la habilidad de Trejo arriba. El problema es que ni las ocasiones de Cléber y Castro encontraron el premio del gol. Ni siquiera un gran cabezazo de Webó entró en la portería visitante por culpa de una soberbia parada de Goitia. Pero la justicia debía reflejarse de una vez en el marcador. La pobre disposición y actitud del Málaga se merecía un castigo. Callejón centró el balón, David Navarro remató y el despeje del portero fue aprovechado por el central valenciano para marcar. Gol. Era el minuto 33 y las cosas se empezaban a poner en su sitio.
Los andaluces ni se enteraron de que iban perdiendo. O al menos dio esa impresión porque siguieron con sus imprecisiones, su falta de garra y apatía. Se explica perfectamente porqué la mayoría de estos futbolistas son suplentes durante el campeonato. Y seguro que lo van a seguir siendo en el futuro como no muestren más tensión.
Los isleños bajaron un poco el pistón. Mantenían la posesión del balón pero quizá se relajaron. El ritmo del encuentro disminuyó de una forma alarmante. Pero era normal. Sólo había un equipo sobre el césped. Y la dinámica en la segunda parte no cambió, aunque Castro estuvo muy cerca de marcar. El uruguayo, muy activo durante todo el encuentro, envió el balón al palo tras rozar a un defensor rival. El ex rojillo Albert Luque tuvo su oportunidad, pero cuando se quedó sólo ante Lux envió el balón demasiado largo. El catalán dejó claro que ha perdido la velocidad y pegada que maravilló a Son Moix hace ya casi una década
La entrada de Apoño dio vida a los malacitanos. Pero sin pasarse. La única forma que tenía su equipo de crear peligro era a balón parado. Y así fue. Tras un córner mal despejado de Lux, Nacho chutó en el borde del área y el balón se marchó fuera por un palmo. Sólo fue un susto. El único. Castro, en la jugada siguiente, intentó ampliar la ventaja pero su pelota se salió.
El Málaga dijo basta. Intentó tener la pelota, pero la salida de Jurado dio el equilibrio necesario para que los de la Costa del Sol se despidieran de la Copa. Keita, que ya marcó en la ida, buscó de forma obsesionada su minuto de gloria y lo encontró. Se sirvió de un magnífico pase de Aduriz, dejó atrás a la defensa rival con su desmarque y batió con facilidad a Goitia. En su celebración, el africano se puso a bailar. Como toda la hinchada local. Ahora toca esperar rival. Los bermellones han cumplido con su obligación. Ya están en octavos.

Informa:deportebalear.com /fuente:diariodemallorca.es

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