El Lluís Sitjar ya es un bosque

13 febrero 2009 | Por Redacción | Categoria: 1ª División, Fútbol

Antiguo estadio del Mallorca

Un vetusto estadio se ha convertido en una mole en el centro de Palma

El lluis Sitjar

Nadie podrá intentar un gol de Pelé en el Lluís Sitjar. Viajar al centro del histórico campo mallorquinista es sumergirse en una selva de maleza que supera los dos metros de altura. Ni siquiera se pueden ver con claridad las porterías. La vida sigue igual. O peor.

En febrero de 2008, EL MUNDO / El Día de Baleares mostraba el lamentable estado en el que se encontraba el histórico estadio bermellón. Un año después, pocas cosas han cambiado y, si lo han hecho, ha sido para peor. Ya no hay matojos dispersos por el césped. Ahora el otrora terreno de juego es un bosque de arbustos en los que el visitante se siente como Henry Stanley buscando al doctor Livingstone.

En poco más de un año, un vetusto estadio se ha convertido en una tétrica mole en el centro de Palma a la que se puede acceder sin ningún tipo de problema. Después del reportaje publicado en este diario, se procedió a sellar los agujeros por donde entraban y salían los intrusos. Pero cualquiera con dos gramos de agilidad puede saltar alguno de los muros para encontrarse, en el lado interior, con una valla colocada a modo de escalera. La vida sigue igual. O peor. De hecho, ahora no es necesario dar un solo brinco. Basta con deslizar el pestillo de una puerta o empujar otra que ni siquiera tiene cerradura. Así de fácil. Desde la calle, sin saltar ni mancharse los zapatos de barro.

Nada más entrar, da la sensación de que el indiscreto visitante acaba de ser introducido en un enorme decorado de Callejeros. La basura se arremolina por cada rincón, tal y como mostró este diario hace un año. La vida sigue igual. O peor. Las facilidades de acceso multiplican la basura porque sigue habiendo visitantes indeseados. Entrar en el Lluís Sitjar es tan sencillo que el estadio sigue acogiendo a un amplio abanico de intrusos. Chavales que pasan el rato, vagabundos que lo usan como refugio, drogadictos que lo toman como centro de operaciones, muchachos que hacen botellón a cubierto… o periodistas que sienten suyos los versos de Jorge Manrique.

No cabe duda. Para el Lluís Sitjar, cualquier tiempo pasado fue mejor. Ahora esos buenos recuerdos se esparcen por el suelo mezclados con una cantidad creciente de basura. La vida sigue igual. O peor. Hace apenas un año y medio que el Real Mallorca le entregó las llaves del estadio a un notario palmesano. Desde entonces, nadie ha velado por el cuidado del mítico feudo bermellón. La Asociación de Copropietarios insiste en que no tiene capacidad de cuidar el estadio y por eso no ha recogido las llaves. Y el Mallorca bastante tiene con aguantar el chaparrón que le cae desde hace meses.

Ambas partes acercaron posturas después de la publicación del reportaje en este periódico. Pero luego todo se estancó. El Ayuntamiento de Palma autorizó la creación de una comunidad de propietarios para que el estadio fuese derruido y parte del terreno se uniese a la cuña verde. En la reunión entre las tres partes –celebrada a principios de abril de 2008– el presidente de la Asociación de Copropietarios, Joan Aguiló, consiguió arrancar de la alcaldesa Aina Calvo la promesa de cerrar de manera inmediata los dos solares colindantes al Lluís Sitjar, que son también de propiedad municipal, a fin de evitar la entrada de furtivos en el recinto, tal y como denunció EL MUNDO. Pero el Lluís Sitjar sigue en pie y los intrusos siguen entrando fácilmente porque ahora ni siquiera tienen la necesidad de saltar. La vida sigue igual. O peor.

Informa:deportebalear.com //fuente:elmundo.es

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