AJEDREZ. PERFIL 2 DE ANNA CRAMLING-BELLÓN

29 enero 2016 | Por Redacción | Categoria: Ajedrez, Otros Deportes
CHESS FAMILY Pia, Anna y Juan

CHESS FAMILY Pia, Anna y Juan

AJEDREZ EN LOS GENES

Hija de dos grandes maestros, esta sueca de 13 años se siente madura gracias al deporte mental

LEONTXO GARCÍA

Anna Cramling-Bellón es muy consciente de que su madurez es mayor que su edad (cumplirá 14 años en abril), y lo atribuye al ajedrez, que en su caso es genético. Hija de los grandes maestros Pía Cramling y Juan Manuel Bellón, vino al torneo de Gibraltar por primera vez a los 9 meses; desde entonces no ha faltado a ninguna edición, y ha jugado todas desde los 6 años.

“Me siento bien con los chicos y chicas de mi edad, aunque ellos me vean a veces mayor que ellos, y también estoy acostumbrada a la compañía de los adultos. Tengo la impresión de que he madurado más rápido de lo normal, y creo que el ajedrez tiene mucho que ver con eso, y también con la facilidad que tengo para las matemáticas”, explica Anna en perfecto español. También habla fluidamente el sueco y el inglés, aprende francés e hizo sus pinitos con el chino mandarín cuando vivía en Torremolinos (Málaga): “Aprendí a contar hasta 99, pero en Estocolmo no me lo ofrecen en el colegio, así que me he cambiado al francés”. Toca la guitarra y el piano, y también canta.

Se ha adaptado bien a la sociedad sueca, pero echa de menos Andalucía: “Aparte del clima y la comida, es que la gente es muy distinta. Allí son más reflexivos y reservados, nada que ver con la espontaneidad andaluza. Por otro lado, el enfoque pedagógico en Suecia es más completo; tenemos clases de cocina, textiles y carpintería, por ejemplo”.

El consejo más importante que recuerda de su madre tiene mucho que ver con ese contraste cultural: “Me ha insistido mucho en que piense antes de hablar y de tomar decisiones. Y también en que aplique esa idea al ajedrez sentándome encima de mis manos, para que no me deje llevar por el primer impulso y haga la primera jugada que se me ocurra”. En lo relativo al ajedrez, sus padres siempre han actuado como policía bueno (Pía) y malo (Juan Manuel). Su padre, que se enorgullece de no haber ofrecido tablas jamás en los últimos 40 años, es ahora su entrenador: “Me inculca mucha disciplina, y es exigente. Me recalca que busque tres jugadas candidatas y, siempre que tenga tiempo, mire si hay una mejor antes de mover”.

¿Y cómo es el ambiente en la familia si tanto el padre como la madre han perdido ese día sus partidas en un torneo? “Ah, entonces es justo al revés. Mi padre asume bastante bien las derrotas, pero a mi madre todavía le duelen mucho. Intento consolarla, pero no es fácil porque para ella el ajedrez es su trabajo, y gracias a ese amor propio sigue estando en la élite mundial a los 52 años, a pesar de que en Suecia aún no han reconocido el ajedrez como deporte y no entienden bien todo esto. Para los suecos, el ajedrez es un juego de mesa”.

Más allá de sus éxitos deportivos –por ejemplo, en 2015 fue campeona de Suecia sub 13 y la mejor mujer en los torneos de aficionados de Gibraltar-, Anna ve grandes virtudes pedagógicas en el ajedrez: “Te ayuda a prever el futuro y a controlar la situación, entre otras muchas cualidades”. Y el ambiente de los torneos le encanta: “Es multicultural, conoces a mucha gente interesante a la que vuelves a ver en otro sitio. Y además creo que es una buena medicina contra el racismo. El ajedrez iguala a todo el mundo. He visto varias veces cómo las personas más tímidas son mejores en muchas cosas que los líderes de un grupo. Y eso en el ajedrez se ve con mucha claridad”.

Pero no se ve como una jugadora profesional: “Me parece muy dura la posibilidad de tener que ganar tu partida de hoy para poder comer mañana. Pero sí me gustaría ser maestra internacional o gran maestra si lo puedo hacer antes de los 18 años”. De niña le atraían el diseño y la arquitectura, pero ya ha cambiado de preferencias: “Me interesa mucho la astronomía. Y me he enterado de que a Anand también. Así que ya tengo una buena excusa para hablar con él”, añade con una pícara sonrisa.

A los 13 años, Anna ya es una veterana de abierto Tradewise, dado que sus padres son los únicos participantes que han jugado las 14 ediciones, y siempre la han traído con ellos: “Gibraltar será siempre un lugar importante en mi vida. Aunque dentro de unos años deje de venir al torneo, siempre lo recordaré con mucho agrado”.

ANA CRAMLING

ANA CRAMLING

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