Ha muerto Diego Armando Maradona.
25 noviembre 2020 | Por Redacción | Categoria: comunicados, Fútbol, Quien es QuienHablamos con Miguel Vidal Perello, el gran maestro del periodismo deportivo.
Ha muerto Diego Armando Maradona.
Para los argentinos un Dios y para el resto de mortales un personaje controvertido y difícil. De la larga lista de personalidades del deporte que logro entrevistar en sus más de treinta años de reportero del Diario AS, el más complicado y sin embargo el que le hizo el favor más grande de su carrera fue Maradona, que la víspera del Nápoles-Real Madrid de Copa de Europa le recibió en su casa de Nápoles junto con el fotógrafo Agustín Vega (q.e.p.d.) para concederle una larga e interesante entrevista hablando de su faceta de padre y de futbolista. Miguel se encontró con el mejor Maradona, humano, abierto y agradable y siempre le estará agradecido por ello. Por eso, el día de su muerte, rememora este imborrable recuerdo como su mejor homenaje.
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Reproducimos la entrevista que Miguel Vidal consiguio de Diego Armando Maradona en la víspera del Nápoles-Real Madrid de Copa de Europa
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MARADONA: EL HOMBRE, EL PADRE Y EL JUGADOR
*”Paso de los envidiosos, porque en la vida la envidia es el remedio de los mediocres”
*”¿Qué fui a Cuba a comprar una copa de revolución?. Che, para mí Fidel Castro es un pedazo de historia”
*”Yo nací para ganar. La única persona que me domina es mi hija: ella me puede orinar encima”
Posillipo es el nombre de un promontorio que se levanta en el suroeste de Nápoles, dominando la bahía. Se accede a través de una tortuosa y estrecha carretera que se convierte por las noches en peligrosa debido a la forma suicida de conducir de los napolitanos. Su belleza justifica su nombre (del griego Pausilypon, que significa cese de la tristeza), que fue el primitivo nombre de Vedius Pollion, más tarde Augusto. Donde dicen que vivió Virgilio y ahora vive Diego Armando Maradona Franco en una calle dedicada a un escipión que ahora recobra actualidad: Scipione Capese. Por lo visto, el encargado de la seguridad de la ciudad de Herculano antes de que ésta, con Pomperya y Stabia, fuera sepultada por la primera erupción conocida del Vesubio, allá por el año 79 de nuestra era.
Nápoles vive otra erupción, paralelamente al hecho de que se construya un nuevo observatorio para vigilar día y noche al volcán dormido. Es la erupción del fútbol, la alegría de la presencia en la Copa de Europa, la “maradonamía”, el desmadre. Desde las pintadas cerca del Estadio de San Paolo, que rezan “Mágico Diego” o “Napoli, il calcio spettacolo”, a los pósters dedicados por el “crack” argentino y repartidos estratégicamente por la ciudad, todo parece girar en torno a Diego Armando Maradona. El napolitano, de carácter exagerado y vital como la vida misma, ha sumado un nuevo ídolo a su larga lista de frustraciones. Devastados por Alarico en el año 410 y por los vándalos en el 456, saqueados por Belisario en el 536 y por Totila en el 543, gobernados por franceses, alemanes y españoles hasta que Garibaldi los anexionó definitivamente, los napolitanos no han tenido muchos motivos para la alegría colectiva. Con el fútbol ahora la tienen. Disfrutan siendo súbditos del Rey Maradona.
-Estoy curado de adulaciones…
Diego Armando lo sabe. Acostumbrado al elogio y al golpecito en la espalda, curado de adulaciones como reconoce, ha decidido no ser el número uno, que ya lo es, sino el primero en todo para dar ejemplo. El primero en llegar a los entrenamientos, a las concentraciones, al autocar, al avión…y a la portería adversaria. Que un “crack” de su categoría pidiera por favor al médico del club, Acampora, que le dejara jugar el pasado miércoles frente al modesto Padova un partido sin importancia para la Copa de Italia, cuando las informaciones sensacionalistas le daban incluso como dudoso ante el Real Madrid en Copa de Europa, habla bien alto de su profesionalidad.
-Yo nací para ganar. Soy como dicen era Alfredo Di Stéfano: no quiero perder ni un entrenamiento. Y, por lo tanto, menos quiero perderme un partido si estoy en condiciones. Unas simples molestias de abductores no son suficientes para dejarme en la grada.
Diego me ha recibido en una de las habitaciones de su enorme piso, que se asemeja a una amplia balconada. Es donde tiene la oficina que regenta una compatriota llamada Cecilia, con habilidad y tacto. Entrevistas, peticiones de autógrafos, cartas de admiradores…Todo pasa antes por esta oficina como la arena por un cedazo. “El Pelusa” ha acudido a la cita llevando en una cesta (para delicia del compañero fotógrafo Agustín Vega) a su pequeña hija Dalma María y acompañado por su esposa Claudia. En broma le recuerdo que eso mismo hizo cuando visitó a Fidel Castro y Maradona, riendo, sigue el hilo. Mejor dicho: se saca una espina de encima.
-De mí se dicen muchas cosas sin conocerme y que yo no tengo tiempo de ir desmintiendo. Por ejemplo, se ha comentado que fui a Cuba como un esnobismo, a comprar una copa de revolución. Yo fui a Cuba invitado por Prensa Latina para recoger un premio y me ví honrado con la invitación de visitar al Jefe de Estado, al que además admiro y respeto. Che, para mí Fidel Castro es un pedazo de historia. Y su país un modelo en el que a la gente no le falta nada de lo esencial.
Dalma María rebulle en su pequeño habitáculo y a Diego y a Claudia se les van los ojos. Para Maradona, el refugio a las exultantes muestras de cariño de los napolitanos, es su esposa y su hija. Aquí su felicidad es completa, y que haya querido mostrar gráficamente ésta felicidad a los lectores de AS es mera coincidencia. Yo sé que las más importantes revistas del mundo han perseguido, sin éxito, las fotos familiares que Agustín Vega fue captando del modo más natural posible, por la sencilla razón de que fue espontáneo el detalle de Maradona de presentarse a la cita acompañado de sus seres más queridos. Este es el único motivo de la presentación en sociedad de Dalma María Maradona Villafañe, un encanto de niña, ajena aún al constante ajetreo de su famoso padre. Diego no puede disimular su relajamiento en presencia de su hija:
-La única persona que me domina, que me fascina, que me tiene embobado, es mi hija: ella me puede orinar encima, y yo, tan feliz. Esta pasada noche, sin ir más lejos, Claudia y yo hemos estado despiertos mucho tiempo contemplándola. Es un ser bendito, que duerme plácidamente. Es lo más grandioso del mundo.
Ha llegado el momento de hablar de fútbol, de enfilar el rumbo hacia esta eliminatoria entre el Real Madrid y el Nápoles, que en sentido figurado, claro, quita el sueño a los napolitanos en general y a Diego Armando Maradona en particular, cuya aportación apriorística hay que buscarla en la polémica con Hugo Sánchez, que animó no pocas portadas de periódicos. Diego está molesto ante el revuelo, azuzado aquí desde las páginas de “Il Mattino” y el “Giornale di Napoli”:
-Cometí el pecado de decir lo que pienso y tal como lo pienso yo. Eso es, que a mi juicio Butragueño es mejor que Hugo Sánchez. Yo no tengo la culpa de que Hugo ser haya enfadado. Su suerte es que juega en el Real Madrid, pero el ídolo es Butragueño. ¿Envidioso yo?. En absoluto. Paso de los envidiosos, porque en la vida la envidia es el remedio de los mediocres, y yo no quiero ser mediocre en ningún aspecto.
-¿Cómo se presenta la eliminatoria?
-Va a ser muy difícil, pero para ambos, no vayas a creer. Nosotros buscaremos esta posibilidad que nos queda de que el “chico” supere al “grande”. Para el Nápoles enfrentarse al Real Madrid en Copa de Europa es la reválida, es tocar el cielo con las manos.
-Según tú, el “chico” es el Nápoles, pero ¿cómo puede ser eso teniendo en sus filas al número uno mundial?.
-En el campo se verá. También para mí, por culpa de mi fama, cada partido es una reválida. Estoy habituado a ello. Yo al hablar de “chico” y “grande” me refería a que hoy por hoy, equipo por equipo, el Real Madrid es superior al Nápoles. Pero eso no quiere decir que arrojemos la toalla ni mucho menos.
-Sin público, Diego, ¿cómo te imaginas el partido?
-No me lo imagino. Hace muchos años que no juego sin público, ni siquiera cuando militaba en aquél equipo de niños llamado “los cebollitas”. Quizá lo que lo defina mejor sea la palabra tristeza. Es un pecado que en un Real Madrid-Nápoles se tenga que jugar sin público, y más para mí que conozco la importancia y el empuje del público madrileño, del que siempre recordaré la ovación que me dedicó aquella noche que marqué un lindo gol en el Santiago Bernabéu jugando con el Barcelona.
Diego Armando Maradona será la gran “estrella” de ésta constelación que reúne la primera cita de la Copa de Europa 1987-88 que enfrenta al campeón de España con el campeón de Italia. En Nápoles aún están en plena digestión de su primer “scudetto” de la historia. Para los “tiffosi” italianos desde que llegó Maradona a las alturas de Posillipo, desde donde domina Nápoles, el sur también existe. El “crack” argentino, el hombre del corazón de oro, el padrazo y el futbolista excepcional, es el artífice de esta revolución pendiente. El Garibaldi del calcio que ahora quiere llevar a los suyos nada menos que a la conquista de Europa. Si el Scipione Capese levantara la cabeza le aplaudiría. Para los napolitanos Diego Armando Maradona es explosivo como si fuera un Vesubio de carne y hueso. Por eso le miman y le adoran quizá en exceso.
Miguel Vidal Perello
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