Deporte Balear

FÚTBOL. SEMIFINALES DE LA COPA DEL REY / BARCELONA-MALLORCA

El Barça deja prácticamente resuelta la eliminatoria al superar por 2-0 a un Mallorca que no tiró ni una vez en todo el partido a la portería de Pinto

Muy a pesar de Manzano, la eliminatoria de semifinales entre el Barcelona y el Mallorca no durará 180 minutos. Tras el claro 2-0 de ayer, que pudo ser peor, parece que todo está visto para sentencia y la vuelta será un puro trámite. Este Barça de Guardiola, aún con muchos suplentes, es mucho Barça para un Mallorca ocupado en otros menesteres y que afrontaba el partido y la eliminatoria como un regalo por el simple hecho de enfrentarse, posiblemente, al mejor equipo del mundo, por juego y resultados.
Al ver las alineaciones de uno y otro equipo nadie diría que se estuvieran disputando unas semifinales de la Copa del Rey. O, simplemente, echando un vistazo a los banquillos. Messi y Etoo en el del Barcelona y Jurado, Arango, Martí y Aduriz en el del Mallorca. Definitivamente, son otros tiempos, en donde por encima de todo prima la competición liguera. El Barça va tras ella tras regalarla al Real Madrid las dos últimas temporadas; el Mallorca afronta una encarnizada lucha por evitar el descenso y Manzano pensó más en el Deportivo en una más de las muchas finales que le quedan al equipo.
Por eso, tanto Guardiola como el técnico mallorquinista afrontaron el partido pensando en sus respectivos compromisos ligueros y, sobre todo, teniendo muy presente que hay un partido de vuelta. Aunque sea dentro de un mes.
Gregorio Manzano planteó la cita con el objetivo de encajar el menor número de goles posible y, como dijo en la víspera del partido, intentar que la eliminatoria durara 180 minutos. La consigna parecía ser la de resistir. Tanto caso le hicieron sus jugadores que, tomándose la orden al pie de la letra, se olvidaron de que, además de defender, el fútbol consiste en meter la pelota en la portería contraria. Ni una sola intervención se le recuerda a Pinto, que posiblemente vivió uno de los partidos más plácidos de toda su carrera.
Tuvo suerte el Mallorca de que el Barça se lo tomó con una relativa calma. Noventa minutos dan para mucho, debieron pensar los hombres de Guardiola, a quienes les costó entrar en calor. Hasta el gol de Henry, en el minuto 34, sólo Bojan dispuso de una clara ocasión que Lux se encargó de desbaratar.
El tanto de Henry, en un espléndido remate de cabeza ante la pasividad de los centrales Nunes y Josemi, no cambió para nada el panorama. Cuando el Mallorca se hacía con el balón, sólo Cleber ofrecía algo de clarividencia. Jugaba el balón con sentido. En ocasiones se desesperaba porque, cuando se hacía con el esférico, no tenía a quién pasarla. Webó y Trejo, los teóricos delanteros, se movían como dos centrocampistas más. Y cuando se hacían dueño del balón, el gigante Touré, Gudjohnsen y la maestría de Iniesta se bastaban para llevar el mando del partido.
La segunda parte estuvo marcada por la entrada de Messi. Sustituyó a Henry a los diez minutos de este segundo periodo y, su sola presencia, revolucionó el partido. No sólo a sus compañeros, que sí, sino también a los jugadores rojillos, que encararon la segunda parte con otro talante y con una pizca más de ambición. Siguieron sin inquietar a Pinto, pero al menos le intentaron sorprender con tiros -tiritos en el caso del irrecuperable Castro- desde fuera del área.
Poco más de cinco minutos se demoró Messi en hacer una de las suyas. En una perfecta combinación con Iniesta -qué maravilla de futbolista- casi sorprende a Lux, que se volvió a lucir de nuevo ante su ilustre compatriota poco después. Fue una lástima el segundo gol del Barcelona, en un magistral lanzamiento de falta de Márquez. Y lo fue porque ensombreció un poco la buena actuación del guardameta mallorquinista, que necesita reivindicarse como el aire que respira. Ayer completó una actuación más que digna y si el Mallorca no se fue con un par o tres de goles más fue por la actuación de Lux, que recuperó un poco de autoestima tras sus desafortunadas actuaciones en la Liga. El domingo volverá al banquillo, pero al menos le ha demostrado a su entrenador que también sabe parar.
Con el 2-0, Guardiola parecía darse por satisfecho. Sabe que el resultado le sirve para la vuelta y, salvo cataclismo en el Ono, el Barcelona volverá a estar en la final de la Copa once años después. Ante la desidia azulgrana, los de Manzano estiraron algo las líneas, aunque siempre atentos a lo que pudiera hacer Messi, que tiene rendida a la afición. El campo se vino abajo cuando calentó en la banda y cuando sustituyó a Henry. El aficionado sabe que con él en el campo, siempre se puede esperar algo diferente. Siempre que toca el balón lleva peligro en sus botas. La defensa rojilla pasó un calvario en la media hora que el argentino estuvo sobre el terreno de juego.
El partido aún iba a deparar una jugada para la polémica, y sorprendentemente en el área del Barça cuando Trejo cayó en presencia de Márquez. No pareció penalti, pero de más raros se han pitado. De haberse señalado, hubiera sido el único disparo a puerta del Mallorca en todo el partido. Un dato demoledor que demuestra bien a las claras el pobre papel ofensivo del equipo.
Barça y Mallorca demostraron la diferencia que hay entre el líder y el colista de la Liga. Lamentablemente, este Mallorca no puede dar más de si ante un rival de otra galaxia, que le supera en todo, desde el primer al último jugador. La mejor noticia para Manzano es que la Copa está llegando a su final. A partir de ahora podrá preparar la Liga, donde realmente se juega la vida, sin partidos entre semana. El tránsito por la Copa ha sido bonito mientras ha durado. Queda un partido de vuelta, a priori de trámite. Pensar que este Mallorca puede remontar dos golea a este Barça suena a película de ciencia ficción.

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