Sobre los campos en mal estado

29 marzo 2011 | Por Redacción | Categoria: Fútbol, Videos

El Arsenal perdió por 3 a 1 ante un equipo de tercera división, sobre un terreno de juego de aspecto deleznable, entre charcos, barro y algún que otro montículo situado estratégicamente donde le convenía al débil. No en vano, el primer tanto llegó tras una loca excursión del esférico, que fue dando pequeños botes hasta encontrarse con el cuerpo del arquero. Este lo despejó hacia las piernas de un defensor, que intentó llegar al sacarlo… pero no había escapatoria alguna. El cuero dio un vuelco, volvió a cambiar de sentido, tocó en el delantero y se introdujo en la portería. ¡Qué campo, y qué mala suerte! – se quejaría el hoy entrenador gunner Arsène Wenger. El Arsenal, un equipo fino y elegante, perdió frente a un conjunto rudimentario. El estado del terreno de juego -o más bien el terreno de sembrado- habría ejercido de condicionante decisivo en el resultado, dificultando la circulación del estilista, favoreciendo el fútbol atropellado.

El ejemplo no es actual, sino de 1969. Y no sobre el County Ground de Swindon, hogar del rival londinense aquella tarde, sino en Wembley, el templo del fútbol inglés. Bertie Mee, técnico del Arsenal en aquella final de la Cup, no excusó la derrota por el terreno. Tampoco hay mención alguna en la crónica de Hornby. Era otra época. Circunstancias que también se vivieron aquí, con muchos ejemplos a escoger. Ahora un césped (o no césped) en mal estado puede servir de escusa. Entonces no. Además, ¿cómo iba el Arsenal a justificar que un terreno dudoso perjudicaba su fútbol? Swindon Town y Arsenal proponían en aquél tiempo cosas parecidas. Los londinenses tenían mejores jugadores, pero jugaban exactamente a lo mismo que cualquier equipo de regional. Ese Wembley precario, si a alguien influyó, fue a Don Rogers, el mejor futbolista de los veintidós. Marcó dos goles. Quizá en un feudo perfecto hubiera anotado un tercero.

En los últimos años pocos estadios presentan céspedes tan irregulares como el Dariaus ir Gireno de Kaunas. ¿Perjudica el juego de la selección española? Seguramente sí. ¿Puede inducir a lesiones? Según el delegado de la UEFA no. Intuyo que sí, pero es una cuestión que desconozco. ¿No se podía haber previsto? ¿No existe un estadio en mejor estado en Lituania? Cuestiones sin resolver. A última hora, un árbitro acabará decidiendo si el encuentro se juega o no. Un árbitro, que conoce el reglamento de primera mano, pero que no es experto, imagino, en el efecto que puede incidir determinado terreno de juego en el físico de los jugadores. Si se demostrase que afecta negativamente el partido no debería jugarse.

De lo contrario, partidos así, y en peores condiciones, se juegan cada fin de semana en territorial. Y se han jugado durante muchos años en Primera División. Condiciones determinadas que pueden favorecer o perjudicar a un u otro equipo. Como lo son las dimensiones de un terreno de juego, la lluvia, la nieve o el regado. Entendemos que surgidas de forma natural o porque no queda otra. No provocadas. Ahora bien, así como en el debate tecnológico, deberíamos plantearnos avanzar en este sentido, exigir unos mínimos. Seguir jugando partidos de primer nivel en terrenos de juego muy deficientes desluce la competición. Mientras los haya, y las federaciones estén contentas con la dirección de la UEFA, no hay más. Uno asume o se planta. Si decide lo segundo vuelve para casa. Si asume otorga. Y si pierde, siempre le quedará el ¡Qué campo y qué mala suerte! A diferencia del césped de Kaunas, una realidad muy de esta época.

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