Deporte Balear

Empate sin goles en un derbi. Un resultado bastante normal y al que están acostumbrados los aficionados. San Rafael y Peña se quedaron sin ver puerta. Lo que para los primeros no deja de ser una anécdota, a los segundos les cuesta un disgusto, un varapalo más en esa carrera hacia la lucha por el play-off que no dejará de ser otro varapalo allá por mayo.
Queda por saber si Ormaechea dará libre la semana a sus jugadores tras el empate, ya que de puertas afuera, de boquilla, el entrenador, fiel a su filosofía ponía la venda angtes de que se produjese la herida, si bien es de todos conocido que habría pagado algo bueno por ganar en Santa Eulària.

A la mínima que la Peña se encontró delante con un equipo de pierna dura y músculo recio, el equipo de Rueda perdió la cara al partido. Ni juego, ni remate, ni ocasiones. Intensidad, de poder a poder y toda esa colección de tópicos que justifican lo injustificable ante un equipo de ilusión, picado en su orgullo de forma permanente por las argucias verbales de su técnco. Y además el gen blue, ese cromosoma con el que deben estar tocados los que se visten de azul, de azul, ni de azulino ni de azulete.
De eso se vistió Guzmán para llevar de cabeza a la defensa de la Peña y enviar a Berto el vestuario, mientras que el ataque local se redujo a una pelea solitaria de Edu Moral contra José Antonio y el juez de línea.
Y en la grada cuatrocientos espectadores decepcionados, unos porque no vieron ganar a su equipo y otros porque no vieron fútbol.

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