Un ejercicio defensivo

22 abril 2015 | Por Redacción | Categoria: 2ª División, Fútbol
Nanu Soler

Nanu Soler

Miguel Sureda/ En contra de lo que muchos parecen opinar, defenderse no es un acto sonrojante. Ni siquiera es un derecho, si no una obligación. Más aún en un deporte de confrontación, uno en el que los oponentes miden sus fuerzas. Puede resultar antipático, pero un buen ejercicio defensivo es el pilar sobre el que se cimenta toda victoria. No en vano, incluso el fútbol más ofensivo que hemos visto en los últimos años, el del Barça de Guardiola, se apoyaba en una fuerte presión tras la pérdida del balón para recuperarlo cerca de la portería rival. La defensa como camino hacia un ataque óptimo.

El domingo pasado en Alcorcón Soler decidió reconstruir su equipo. Provocó un vuelco total en la filosofía que había propuesto y se arropó con una defensa de cinco hombres, además del doble pivote que parece marcado a fuego en el Mallorca. Una defensa de cinco piezas no marca la actitud del equipo, y ni mucho menos el devenir del equipo. La alineación de dos laterales ofensivos, Company y Saborit en lugar de Cendrós y Gulan, hacía presuponer que el Mallorca buscaría atacar por los flancos. Y, más allá del rendimiento de los futbolistas puestos en liza, no me parecía mala idea.

Lo primero que se me vino a la cabeza fue el Deportivo de la Coruña de la temporada 2007/2008, serio candidato al descenso durante media liga y finalmente clasificado entre los 10 primeros. Para ello, Lotina también echó mano de la defensa de cinco jugadores. Sin embargo, tenía muchas papeletas para que le saliese bien la jugada, puesto que en sus bandas tenía a Filipe Luis y Manuel Pablo. Con un esquema similar incluso se han ganado Copas de Europa: Del Bosque, con un juego no precisamente defensivo, ganó la Champios con Roberto Carlos, Helguera, Iván Campo, Karanka y Salgado atrás.

El problema no fue tanto la acumulación de defensas como el plan ideado. Aguantar a toda costa el cero a cero (aunque, imagino, la posibilidad de meter un gol aunque fuese de rebote no fue descartada) era el fin último. No el de trazar nuevas estrategias ofensivas, ni el de jugar al contraataque, si no cerrar la portería y ya veremos. Ni siquiera puso en práctica, salvo en la jugada del posible penalti, el juego directo. Al menos no de una forma eficiente.

El ejercicio defensivo llevado a cabo por el Mallorca no deja de ser paralelo al que practica Soler. En cada rueda de prensa, y cuantas más derrotas acumula más se acentúa el hecho, muestra su cara más áspera, la defensiva y, en ocasiones, faltona. Así, el entrenador del Mallorca se traiciona doblemente: Poco rastro hay del buen juego que prometió poner en práctica, así como del entrenador didáctico que fue en sus primeras semanas. El problema es que, mientras sobre el césped tiene un enemigo al que enfrentarse, fuera de él no parece ver más que gigantes que en realidad son molinos. Porque ni prensa ni aficionados son rivales del Mallorca, por más críticas que pueda recibir. Nadie pretende frenar la maquinaria bermellona, ni desea su mal. Pero ahí sigue Soler, con un innecesario ejercicio defensivo que poco le ayuda, ni a él ni al equipo.

 

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