Deporte Balear

Perdió el San Rafael en su casa. Lo hizo ante el Montuiri, pero podría haber caido ante cualquiera de los dieciocho equipos restantes de la Liga, porque el equipo de Mario Ormaechea realizó el peor partido de toda la temporada y dejó a la vista que su nómina de delanteros tiene cantidad pero carece de efectividad. Si además sirves en bandeja el gol al equipo rival, perder los tres puntos es cuestión de alcanzar el min. 90. El San Rafael no logró tirar a puerta, entre los tres palos, y así es imposible marcar goles, ganar partidos, sumar puntos.

Había puesto una cruz Ormaechea en esta cita liguera para remarar su importancia. Acudió la afición de manera admirable, trescientos espectadores, y se coló de rondón el viento. No vino el fútbol, fue el gran ausente.
El Montuiri como el resto de equipos, saben que el equipo de Ormaechea carece de pólvora y todo es cuestión de esperar, porque la defensa no suele ser muy fina, como se ha visto en los últimos partidos.
El Montuiri es un grupo de jugadores normalito, con un Alcover protegido en la portería, un toque de exotismo brasileño a cargo de Edi y William y la inspiración ofensiva de Rojals y Michel. Con sólo eso, mucho más de lo que puede argumentar el San Rafael, suficiente para dejar al equipo de Ormaechea sin caminos hacia el área.
A los veinticinco minutos un error de peso protagonizado por Olmos y José Antonio dejó el balón en los pies de William y William lo dejó en la red.
Demasiada adversidad para un equipo reñido con el ataque, con el gol.
Si la primera mitad no fue buena, la segunda fue peor. Los mallorquines dedicados al arte de la espera y el San Rafael a echar corazón, que no fútbol, al envite.
Por la delantera del San Rafael desfilaron ayer Carlos Fernández, Bonilla, Adrián Ramos y en un triple cambio, Ormaechea puso en liza a Cucu, Pedro y Suso a falta de veinte minutos para el final.
Entre todos ellos no fueron capaces de hacer la jugada con la que Rojals llevó el susto a la parroquia local y entre todos ellos no fueron capaces de tirar una sola vez entre los tres palos. Y así sólo se puede perder y llevar al equipo a una delicada situación clasificatoria, claramente susceptible de empeorar.