´Sin la bici me muero´

29 agosto 2010 | Por Redacción | Categoria: Ciclismo

XISCA FIGUEROLA. PALMA Guillermo Timoner (Felanitx, 1926) lleva toda su vida montado sobre dos ruedas. Retirado de la competición profesional desde 1970 –aunque volvió en los años 1984 y 1985, por motivos económicos– sigue ligado al deporte que le encumbró por seis veces campeón del mundo.

La bicicleta es su vida. Es habitual verle montar en una estática en la tienda que regenta en Felanitx. Tiene una detrás del mostrador, y otra en un altillo, en frente de la tele. «Entreno tres horas casi todos los días del año», cuenta orgulloso Timoner, quien confiesa que apunta en unos cuadernos los kilómetros que hace en cada jornada, en color rojo marca la distancia recorrida en casa y en negro la de carretera. La edad no importa, y su intención es seguir practicando ciclismo hasta que su cuerpo lo permita. «A un hombre, cuando le quitas de sus costumbres se hace viejo», afirma. Y la verdad es que a sus 84 años se mueve y piensa con una agilidad envidiable.

Recibe en una sala repleta de trofeos, medallas, placas, diplomas, recortes de prensa y fotografías que ha ido guardando con los años. Un verdadero templo. De entre los cientos de recuerdos que atesora, nos llama la atención una antorcha de Barcelona 1992, ya que el ciclista mallorquín fue uno de los relevistas de la llama olímpica a su paso por Palma de Mallorca. Y, como no, en el mejor lugar de la casa de Timoner se encuentran los seis diplomas que le acreditan como campeón del mundo de medio fondo tras moto, una disciplina que ya no existe. El mallorquín recuerda todos y cada uno de los momentos vividos durante su trayectoria profesional, y los cuenta con entusiasmo a todo aquel que pasa por su tienda a conocer al campeón.

A la hora de hablar de sus mejores y peores momentos profesionales lo tiene claro. Sin dudarlo, recuerda con especial emoción sus primeros campeonato de Baleares y de España, celebrados en los años 1944 y 1945, y el primero de sus seis títulos mundiales, en 1955, fecha en la que también viviría su momento personal más feliz . «Pocos meses después de proclamarme campeón del mundo nació mi hija, el mejor regalo de mi vida». En cuanto al momento más duro, si lesión más importante como ciclista. Después de ganar su tercer diploma de campeón del mundo sufrió una caída que le mantuvo alejado unos meses de la competición. Se rompió un brazo y tuvo que ser operado. Le reimplantaron un trozo de hueso de la cadera y su futuro como deportista corría peligro. «Los médicos le decían a mi mujer que me convenciera para que dejara el ciclismo, porque decían que ya nunca podría ser el mismo», cuenta Timoner mientras enseña el enorme clavo que llevo insertado en el hombro. Después de eso, ganó tres campeonatos más demostrando que seguía siendo el mejor.

Su secreto, no desmoralizarse nunca. Un consejo que transmitió a los corredores de la selección española durante los años que fue entrenador. El mallorquín recuerda divertido el desánimo de sus ciclistas cuando iban a competiciones internacionales y los equipos de otros países tenían bicicletas mejores. «Yo les miraba y les decía: ¿Qué tienen esas bicis? Pues dos ruedas igual que las vuestras.»

También le ayudó mucho a superar los momentos más críticos las grandes muestras de apoyo que recibía. Durante su estancia en el hospital recibió cientos de cartas y telegramas de todas partes del mundo deseándole una pronta recuperación. Su mujer, además, puso un libro de firmas en la habitación de la clínica en el que firmaban los numerosos seguidores que se acercaron a animarle. Por supuesto, lo guarda todo en su ‘templo’ de los recuerdos junto al resto de reconocimientos.

«¿Cómo voy a dejar el ciclismo con semejantes muestras de cariño? Se lo debo a ellos», repetía entonces Timoner, y lo sigue repitiendo ahora. El mundo del ciclismo no le olvida, y a día de hoy continúa saliendo en los medios de comunicación y recibe homenajes en diferentes puntos del mundo. «Ha merecido la pena tanto esfuerzo y dedicación». No menciona la palabra ‘sacrificios’, porque para él no ha habido ninguno. Admite que no salía de verbenas ni acudía a muchos actos sociales, y que se pasaba los ratos que le quedaban libres viajando para las carreras, pero nunca sintió que le faltara nada. Era feliz, porque tenía su bicicleta y su familia, que siempre ha estado con él, «fuera donde fuera y viviera donde viviera».

Consciente de los enormes cambios que ha sufrido el deporte en los últimos años, Timoner reconoce el gran momento que está viviendo el ciclismo español, y destaca a Contador como estrella del momento. Se declara amante de los deportes, en especial los individuales, y admite que se «vuelve loco» viendo jugar a Rafel Nadal, al que tiene cierta envidia sana por recibir tanto dinero por ser imagen de las Balears. «Yo también promocioné mucho Mallorca por medio mundo, y nadie me dio nada. Y eso que lo hice en un momento en el que todavía no había turismo, que tiene más mérito. Pero vamos, que si yo fuera Nadal, también lo habría hecho».

A pesar de que admite sentir que ha triunfado en todo lo que ha hecho, también remarca que ha sufrido derrotas en algunas carreras, «pero eso que lo cuenten los que ganaron». El campeón mallorquín admite que no piensa dejar de practicar el deporte que tantas alegrías le ha dado y piensa seguir pedaleando hasta que el físico se lo permita. «Hay fumadores que no pueden dejar de fumar y alcohólicos que no pueden dejar de beber. Yo no puedo dejar la bicicleta. Sin la bici me muero. Si estoy unos días sin cogerla mi cuerpo se pone triste»

FUENTE DIARIO DE MALLORCA

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